
Quien no haya sentido algún que otro escalofrío en la escena final de Bohemian Rhapsody, o no es muy fan de Queen o no tiene sangre en las venas. El filme protagonizado por Rami Malek evocó la nostalgia en los eternos seguidores de la banda y ha acercado su obra a las nuevas generaciones de rockeros y no tan rockeros, incapaces de resistirse desde entonces a cantar los “Mamma” y los “Galileo” de la famosa rapsodia británica.

La película dirigida por Bryan Singer desató tantos elogios en la caracterización, la escenografía y la banda sonora, como controversias en el orden argumental, pues no fueron pocas las licencias que los guionistas se tomaron para comprimir la historia y dotarla de un mayor peso dramático. Hoy te comparto cinco de los acontecimientos que no ocurrieron en la vida real, o al menos, no de la forma en que la cinta nos presenta. ¿Conoces algún otro?
Una entrada no tan casual

Aunque el filme muestra a un joven Freddie Mercury que entra a la banda Smile luego de la renuncia del cantante y bajista original, Tim Staffel, los acontecimientos reales distan de esa entrada sin más.
La realidad es que Freddie conoció a sus futuros compañeros de Queen mientras estudiaba Arte y Diseño en la Ealing Art College de Londres, pues el mencionado Tim compartía el mismo salón de clases. A través de este, Freddie se hizo amigo de Brian May y Roger Taylor, y una vez vacante el puesto de frontman, estos últimos le invitaron a unirse.
Cabe decir que el autor de “Killer Queen” no era tan anónimo como la película muestra, pues ya había hecho sus cositas con un par de grupos londinenses. Bohemian Rhapsody prescinde de todo ese enredo para ganar tiempo y nos vende la idea de un muchacho anónimo e inexperto que se convierte en el líder de una súper banda.
La objeción del productor fantasma

Si odiaste a alguien de la película, seguramente fue a Ray Foster, el ejecutivo del sello discográfico que no está de acuerdo con la elección de “Bohemian Rhapsody” como el sencillo promocional del álbum. “¡Dura seis malditos minutos! ¡Una eternidad!”, exclama enojado ante la insistencia de la banda.
No obstante, según reseña la revista Rolling Stone, Foster nunca existió como tal, sino que es un personaje creado sobre la base de los ejecutivos musicales que no confiaban en el éxito de aquella canción extraña con sus “Fígaro”, “Scaramouche” y “Bismillah”. El tiempo y la vida le dieron la razón al grupo. Seis minutos no son nada…
Segundas partes sí son buenas

Cuando Freddie acepta su homosexualidad conoce a un camarero que le llama la atención durante una fiesta privada. Este señor, llamado Jim Hutton, se convirtió en la pareja sentimental del cantante, pero ni se encontró con el vocalista en la mansión de este último, y mucho menos trabajaba como camarero.
La realidad es que Hutton se dedicaba a la peluquería en un hotel londinense, y su primer contacto con Freddie no tiene demasiada semejanza con la película. Resulta que ambos coincidieron en un bar gay a mediados del 84, e incluso el líder de Queen invitó al hombre a tomarse unas copas con él. A Jim no le hizo demasiada gracia la idea y tampoco reconoció a Freddie como la estrella de rock, así que rechazó la invitación. Al año siguiente volvieron a coincidir y esta vez, por muy raro que parezca, ambos se lanzaron un par de miradas coquetas y ahí comenzó su historia.
El supuesto divorcio de Queen

Las discusiones de los integrantes de Queen, unidas al contrato firmado por Freddie para iniciar su carrera como solista, desembocaron en una ruptura temporal a ojos de los guionistas del film. De acuerdo con la película, la banda dejó de verse y de tocar antes de su presentación en el Live Aid de 1985, mas esta es otra licencia fílmica, probablemente escogida para realzar la presentación del grupo en la escena final.
El álbum en solitario de Freddie, Mr. Bad Guy, se lanzó en 1985, por lo que no coincide con la supuesta separación de la banda. Si bien la guerra de egos estaba presente —como en todas las buenas familias—, lo que en realidad ocurrió fue que los integrantes de Queen tomaron un descanso de mutuo acuerdo durante poco más de un año, justo entre la grabación de los discos Hot Space (1982) y The Works (1984). No hubo divorcio.
La confesión de Freddie

Uno de los momentos más melodramáticos del filme es la confesión que hace Freddie a sus compañeros de banda antes del Live Aid. El cantante, enfermo de Sida, les pidió que no lo compadeciesen y se enfocaran con él en producir toda la música que pudieran.
La historia, sin embargo, dice lo contrario: para el año en que ocurrió el famoso concierto (1985), Freddie aún no había recibido el diagnóstico, y no fue hasta 1987 que conoció de su enfermedad. Eventualmente le contó a la banda sobre el tema y con ella se enfocó en lanzar sus últimos dos discos: The Miracle (1989) e Innuendo (1991), antes de fallecer con 45 años.

El adelanto de fechas en Bohemian Rhapsody fue la salida encontrada por los creadores para que el Live Aid alcanzase un mayor significado para la banda y para Freddie, además de lograr un desenlace conmovedor. Si bien algunos críticos y fans han tachado esa decisión como un insulto a la memoria de Freddie, hay que recordar que, como explicó el protagonista de la cinta, no se trata de un documental donde los sucesos se narran estrictamente como sucedieron, sino de un homenaje a quien fuera una de las grandes voces de la historia del rock mundial. Show must go on!
(Este texto fue publicado originalmente en Opía Magazine, en 2020)