«Estoy pa’ hacerte un amarre, deja que te agarre…», canta Camila Cardoso, y me dejo llevar por la voz. Para ser sincero, pensaba que La Casa de María Camión lanzaría un segundo sencillo en la línea de su debut, «María tiene un trono». Pero más allá de que ambos temas comparten la virtud de una atmósfera envolvente, «Amarre» consigue enganchar desde el primer segundo, cuando en su predecesor, de cadencia más lenta, la inmersión ocurría poco a poco.
Aquí el efecto contrario viene acompañado de un riff rockanrolero simple, pero efectivo, más unos trombones a lo Frank Sinatra que nos transportan a mediados de siglo. La letra, cuya temática ya adelanta el título, introduce en la mezcolanza el componente cubano del amarre, el embrujo, para dar paso a un solo de guitarra con atisbos de Los Locos Tristes y terminar en un grito.
«Amarre» me remite de inmediato a un ambiente de casino o cabaret: un espacio en semipenumbra donde coexisten humo, whisky, lujuria y decadencia, ese ambiente que La Casa de María Camión parece replicar hasta ahora en cada una de sus entregas. Y allí, en el fondo de aquel antro sonoro que logra crear una vez más el grupo, la voz tarantinesca brota desde la vitrola… y yo, naturalmente, me veo amarrado.