Si algo tiene la Fábrica de Arte Cubano, además del aura bohemia y medio pija que emana de sus visitantes, es la oportunidad de toparse con artistas y estilos que hasta ese momento ignorabas. A juzgar por las caras de este viernes, así les pasó a muchos en presencia de Histéresis.
Volviendo al escenario que lo vio debutar allá por 2017, el grupo dirigido por el tecladista Jorge Fernández se encargó de hipnotizar a seguidores y curiosos, en una mezcla de carisma, talento y virtuosismo, aderezada con unos toques de glam y un público femenino abundante que bien semejaban un ambiente ochentero.
Y es que a Histéresis —lo digo una vez más—, le queda chica la etiqueta de progresivo, e incluso, la de metal. Su música, que va desde el hard rock y el heavy hasta la lírica de la nueva trova, es capaz de enmarañar a rockeros y metaleros, a aesthetics y durakitos, a hippies y bailadores. Quizás, entre el éxtasis de la noche de sábado y el coro ensordecedor de las chicas, a nadie le importa qué se toca. Simplemente, se disfruta.