En el ala izquierda de la sala, donde la valla se funde con el público, difícilmente cabe alguien más. Allí, donde casi puedes tocar los zapatos de Anier y chocar los puños con Kiko, la gente corea los temas como si la vida se le fuese en ello.
Ciento sesenta kilómetros los separan del Maxim Rock, pero los frikis del Pinar, esos que gritan «La tumba que tumba» y «Ashé pa te», no entienden de distancias cuando hay que apoyar a su banda. «Por gente como ustedes, existe gente como nosotros», proclama el director del grupo, y los frikis, pinareños y habaneros, responden con el gesto de Dio.
Algunos no soportan su fusión con tumbadoras; otros, no imaginan al rock patrio sin su nombre. Dicen por ahí que Tendencia es una forma de vida, y cuando sus músicos suben al escenario y tocan con el alma en la mano, quizás hasta el escéptico termine creyendo. Tendencia es un machete y solo toca de una forma. A degüello.