
“¿Hasta cuándo?”, se preguntan otra vez los músicos ante un problema que parece no tener fin. Bandas habaneras como Bonus y Pyra, con un público que asiste semana tras semana a disfrutar de sus covers en vivo, han denunciado una situación de impagos que ya supera los cuatro meses.
El reclamo, en este caso hacia la empresa Artex, es claro: se trata de un dinero que no depende de presupuestos estatales ni subvenciones, sino de ingresos generados por el consumo del público en dichos centros. Y, sin embargo, quienes garantizan el espectáculo noche tras noche siguen esperando por lo mínimo: su salario. La cantante Yanairis Fernández, directora de Bonus, aseguró en su perfil de Facebook que si para finales de mes la deuda no es saldada, su banda dejará de actuar en los espacios bajo control de Artex.
La práctica de retener o retrasar pagos a músicos ha sido una constante normalizada por años, sobre todo, hacia quienes militan en géneros no priorizados por la política cultural. Pero en el contexto actual de país, con condiciones de vida cada vez más precarizadas, el pago no es solo un acto mínimo de justicia: es una necesidad urgente. Los músicos que cada fin de semana hacen milagros para mover sus instrumentos de un lado a otro de la ciudad, y ofrecer presentaciones dignas al público, tienen familias que mantener, productos de primera necesidad que conseguir y, probablemente, deudas por pagar.
Mientras los burócratas de la cultura reciben puntualmente sus salarios —aunque no generen valor artístico ni público por sí mismos—, los artistas (que son en teoría la razón de ser y la fuente real de ingresos de estas entidades) se enfrentan a una inseguridad salarial que no tiene ninguna justificación. Es un modelo que, como han señalado muchos, funciona de manera parasitaria: vive del esfuerzo y el talento de los músicos, pero no responde cuando llega la hora de cumplir.
Tal vez esta nueva denuncia y la convocatoria al paro no logren, por sí solas, marcar un punto final al abuso sistemático, pero sí pueden abrir el camino hacia formas más justas y sostenibles de ejercer y defender el arte en Cuba. Porque tocar en las condiciones actuales no puede seguir siendo sinónimo de sacrificio gratuito, y entretener a un país exhausto no debería implicar, también, tocar fondo. Todo el apoyo del mundo para estas bandas en su lucha.