
El show de Under Midgard en el Maxim podría dividirse en dos partes. La primera es del manojo de nervios, la mirada perdida y el corazón en la boca. Debuta el cantante, se estrena un disco y se cierra el concierto: casi nada para un grupo que no ha tocado en dos años.

Alfredo Farrat coge un break y de la garganta que hasta ahora emitía gruñidos, brota un tímido: «Caballero, estoy nervioso, porque esta es mi primera vez». El frontman busca el apoyo y lo encuentra en la audiencia que responde: «oye, dale, no pasa nada», «sigue, sigue, que así es como es». Alfredo Farrat se sonríe y pregunta si la pasan bien. Su confesión le quita el peso de los hombros y el «sí» del público le otorga la confianza necesaria.



Los frikis levantan el puño, corean los temas y remueven sus melenas con saña. Quizás mañana, alguno de ellos esté en el lugar de Alfredo. Mientras tanto, en el escenario, el titubeo es menor, el movimiento fluye y la banda suena más compacta. El primer acto ha terminado y la marea favorece a Under Midgard.