
Foto: Alina Sardiñas. Sancti Spíritus, diciembre de 2022
“No puedes dejar de conocerlo, tienes que hacerle fotos para tu proyecto”, me decía mi amigo Miguel de Oca.
El año pasado me fui a Santa Clara al Ciudad Metal así que era la oportunidad perfecta para conocer a Albert en Sancti Spíritus.
Cuando llegas a su casa entras por un pequeño zaguán donde te recibe un poster de los Rolling Stones e inmediatamente te tropiezas con la puerta del taller.
Detrás de esa puerta, con un t-shirt de Led Zeppelin, me esperaba Alberto. Las paredes del taller cubiertas por recortes, posters de grupos y músicos de rock and roll; la radio rusa, la máquina de coser y aquella cantidad de zapatos para arreglar me parecieron la escenografía para una película, y Albert, un personaje de ficción soñado por el guion de esa película. Pero no, Albert no es el antojo de un director de cine, Albert es real y respira ahí, en su goce y en su herida. Cuando miro su rostro en las fotografías recuerdo esa mañana en el taller y veo un hombre amable que te acoge con amistad a los tres minutos de conocerte aunque su rostro aparente cierta adustez.

Además de las fotos que le hice estuvimos conversando de todo un poco. Le pido que me cuente algo de su vida y al escuchar su anécdota, empiezo a comprender algunas de las lineas de expresión de su rostro. “Puedo contarte cuando me expulsaron de la universidad en 1980 por presunto diversionismo ideológico. Estaba en ese momento cursando el cuarto año de mi carrera de inglés la cual estudiaba gracias a mi amor por la música anglosajona. Era un estudiante modelo, porque siempre he sido estudioso y dedicado pero tenía una pasión: el rock. Vestía entonces igual que ahora, vaqueros ajustados, t-shirts con imágenes de bandas de rock, botas…». Me contó que pasó 18 meses de agonía hasta que finalmente después de mucho batallar consiguió volver al instituto.
Albert trabajó como traductor y profesor en la Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus, pero desde hace algunos años dejó de ejercer y se hizo zapatero. Su pasión por el rock, sin embargo, está más viva que nunca.
Al salir de su casa escribí en mis notas una frase que me pareció divertida, a propósito de Albert su amor por el rock y su taller: «Si te gusta el rock, detrás de esa puerta encontrarás la horma de tu zapato».

Cuando le pedí a Albert una frase me mencionó una de Jim Morrison «Muéstrate a ti mismo tu más profundo miedo; después de eso el miedo ya no tiene poder. Eres libre».
*La crónica y foto principal forman parte de la exposición y serie fotográfica Light my Fire, que rescata los rostros e historias de los frikis cubanos
A este señor , que le conozco de años, hermanos por parte de lengua, gagos ambos , es verdad que no podía faltar en esta Expo.
Toda una enciclopedia musicalmente hablando, a veces terco , muchas, pero con un enorme corazón, es una suerte llevarle de amigo.
Gracias por el rock and roll.