
Fotos: Alina Sardiñas. Santa Clara, marzo de 2019
«Somos una secta sin profetas, criaturas domesticadas por el poder que aún soñamos a escondidas», me dijo Belkis cuando le pedí una frase.
Belkis «la Renegada» es un remolino de energía. Desde que comencé este proyecto su nombre saltaba por todos lados y era inevitable que fuera a Santa Clara a conocerla.
Además de fotografiarla a ella, me presentó a muchos frikis. Pasamos una tarde en la casa de uno de ellos, un joyero que aunque la vida lo llevara por otros derroteros seguía escuchando rock. Sentados en el piso de su cuarto nos bebimos una botella de ron. Belkis cantaba y thrasheaba como una chiquilla y yo entre los rones, el humo de nuestros cigarros y la música sentí que la vida se trata de vivirla y no de andar por ella de puntillas. Me contó que su apodo viene porque a su padre le dicen Renegado, además de haber heredado el genio gallego. Belkis es dura porque la vida le ha puesto algunos traspiés, pero sabe defenderse muy bien.

Le pido que me cuente algo de su vida: «Mi anécdota es que fui presa por una tenencia que nunca tuve, sólo por lo que alguien dijo sin prueba alguna. Estando presa operaron a mi hijo a corazón abierto y no me llevaron a verlo. Fue horrible…»
El día de la inauguración de esta exposición, Belkis llegó muy tarde. Ya no quedaba nadie en la galería de manera que se pudo pasear por cada foto con tranquilidad. Cuando entró, lo primero que hizo fue pararse delante de la foto de su amigo Octavio «AC/ DC». Se quedó en silencio mirando imagino que los ojos azules y profundos de su amigo y después de unos segundos su cáscara dura se empezó a quebrar y dijo: «Voy a llorar».
*La crónica y foto principal forman parte de la exposición y serie fotográfica Light my Fire, que rescata los rostros e historias de los frikis cubanos