
El Magua. Pinar del Río, 2019. Foto: Alina Sardiñas
Cuando le pregunté por qué le decían así, me contó que sus amigos se lo pusieron por el personaje de un indio en una película americana. Me picó la curiosidad, busqué información y encontré que en la película «El último de los Mohicanos» el personaje del indio se llama Magua.
El Magua, nuestro Magua, ríe siempre y no solo cuando te recibe en su apartamento en la ciudad de Pinar del Río. Allí esperaba con otros amigos a la fotógrafa de La Habana que quería hacerle una foto. Habían preparado cosas para picar y beber, el día prometía alegría. Estábamos en pleno Pinar Rock y aunque los conciertos iban a ser por la noche, ya en su casa se sentía el calor del metal.
A los quince años empezó a escuchar el género: Led Zeppelin, AC/DC, Foreigner. Un grupo de rockeros del barrio con unos años más que él fueron, de algún modo, quienes marcaron la alternativa de su existencia.
Pasó el servicio militar haciendo muchas guardias en una cárcel de Pinar, cuando terminó se dejó el pelo largo y emprendió ya sin tregua el camino de la psicodelia. Me cuenta que la policía le puso multas por llevar el pelo largo, como a muchos otros.
Dice el Magua que un friki, además de escuchar rock, es quien se la pasa en el camino, en la carretera, yendo a otras provincias donde haya una fiesta, un festival. Él se considera uno.
Cuando iba con el grupo de amigos a algún festival se quedaban en cualquier lugar. Una vez, en Santa Clara, se quedaron en el portal de una casa y, a la mañana siguiente, los dueños —contrario a lo que todos esperaban— los invitaron a café y les dijeron que cada vez que fueran podían quedarse en el portal. Y así fue.
“Una vez fuimos a un festival en Santa Clara y nos quedamos sin dinero para regresar a Pinar, así que viajamos escondidos en el vagón de un tren hasta que el revisor nos descubrió y en Madruga, en la estación Aguacate, nos bajó. Llegamos a La Habana como pudimos y nos quedamos en casa de socios que nos prestaron dinero para llegar a Pinar”.
Le pido a Tony “el de Playa” que me cuente alguna anécdota de su amigo el Magua: “Recuerdo una vez que yo estaba con una muchacha de Pinar y un friki conflictivo se hizo el loco conmigo y el Magua no me dejó llegar. Un solo golpe y pa la lona”.
Mientras escribo estas líneas recuerdo con nostalgia aquel día en su casa. La luz que entraba por la ventana se iba moviendo, marcando las horas que iban pasando y que nos acercaban a la noche. Alain se movía de un lado a otro con su cámara, recogiendo las risas que el alcohol y la amistad dejaban salir. El bullicio que llegaba de la calle se deshacía en su encontronazo con la música que llenaba espacios mientras el Magua , Alejandro y Vladimir ejecutaban punteos y riff al aire tocando en las imaginarias cuerdas de una Gibson Flying V. Alejandro cabeceaba con pasión mientras su pelo largo era hermoso en plena libertad.

El Magua es fanático de Metallica y así lo cuentan las paredes de su cuarto. Me dice que su sueño es estar en un concierto de la banda. Yo se lo deseo de todo corazón.
Cuando le pedí una frase me dijo: “Si alguien critica lo que soy, no me interesa. Siempre seré rocker, hasta morir”.
A este ser extraordinario lo conocí en el año 1999. En un concierto de Trauma y Tendencia en la Ciudad de Pinar del Río. Visité su casa en varias ocasiones y tuve el honor de tenerlo en casa de mis padres en Bahia Honda todo un fin de semana bebiendo y escuchando música…
Es el friki más genuino y generoso que conozco.