
Fotos: Alina Sardiñas. La Habana, diciembre de 2018
En el cuarto te envuelve el humo de su cigarro y una atmósfera sesentera te hace sentir que se te ensanchan los bajos del pantalón y te crece una corona de flores en la cabeza. El Blackmore te llama hermana y te sonríe con un cariño que no deja dudas. Así me recibió en su casa en Santos Suárez, con esa sonrisa y una placa de Led Zeppelin girando en su tocadiscos. Está flaco y fuma sin parar, su piel tiene el color de la nicotina y la textura de una vida entera caminando bajo el sol de esta isla al descampado pero también la textura de las noches frikis.
Juan Carlos es utilero de grupos de rock pero perfectamente podría ser el biógrafo de Elvis. Me enseñó un libro precioso con fotos del rey del rock y cada imagen me la iba contando con fechas, lugares y anécdotas. Ni en sus alucinaciones más delirantes Elvis Presley pudo imaginar que un día sus metafóricos restos descansarían en un ataúd en un cuarto en Santos Suárez.
Cuando el tocadiscos deja de sonar se cuela en la habitación el ruido de la calle y los pregones de nuestra cotidianidad parecen salidos de la irrealidad . Lo verdadero es aquella habitación con Jimmy Page, Ritchie Blakmore y él, Juan Carlos «el Blackmore».
Le pido una frase: «Always on my mind», y sonríe.
*La crónica y foto principal forman parte de la exposición y serie fotográfica Light my Fire, que rescata los rostros e historias de los frikis cubanos