
Fotos: Alina Sardiñas. Aldabó, febrero de 2019
El día que fui a hacerle fotos a Dyango le pedí algunos contactos para mi proyecto y ese mismo día me llevó a conocerla. Nos aparecimos en su casa sin avisar pero no llegamos en buen momento porque su perrita estaba muy enferma y Sandra no la estaba pasando nada bien. La cámara hace que no tenga miedo, que hable sin timidez, que me mueva con soltura.

Sandra “la Punk” atravesó ese escudo de seguridad y tuve que cavar mucho para armarme de valor y pedirle que me permitiera fotografiarla. Ella parece estar de vuelta de todo, como quien ya ha vivido demasiadas vidas y no hay quien le haga un cuento. Hay una fuerza, una firmeza en ella y sin saberlo me hace sentir que mi vida es demasiado ligera. Me cuenta que con trece años se hizo novia de Amaury Triana, un friki al que le llamaban el Chile y que fue cantante del grupo VIH.
«Él fue quien me contagió. Cuando empezó el sida muchos frikis se pinchaban para contagiarse y que los mandaran al sanatorio porque en esos lugares había buena comida, buenas condiciones. Yo no hice eso. En el año 95, con 18 años me casé con Hector, un punk de Santa Clara. Hace tiempo que nosotros nos separamos».
«Tuvimos un hijo que heredó nuestro gusto musical. A mí nunca me han gustado los nombretes, yo no sé quién me puso así, debe ser porque era de las pocas mujeres que le descargaban al género. Yo me quedé sola remando en el mismo barco y escuchando la misma música». A lo largo de este tiempo Sandra y yo nos hemos comunicado algunas veces y me vuelve siempre el recuerdo de su foto y su mirada que manda en la foto y hace que todo lo demás en la imagen desaparezca.
El día de la inauguración de la exposición varias personas preguntaron por ella, pero Sandra no pudo ir. Estaba asistiendo a otro momento de su vida que le impidió disfrutar de aquella noche. Otro momento que seguramente se agregará a la hondura de su mirada que refleja una vida intensa pero también toda la fuerza. Le pedí a Sandra que me dijera una frase: «El día que yo me muera, nadie lo va a creer».
*La crónica y foto principal forman parte de la exposición y serie fotográfica Light my Fire, que rescata los rostros e historias de los frikis cubanos