El mundo del rock en español se ha sacudido en las últimas horas. Primero murió Jorge Martínez (70), el irreverente “Jorge Ilegal”, líder de Ilegales, este 9 de diciembre, tras luchar contra un cáncer que lo obligó a suspender la gira de su último disco. Martínez fue siempre una voz brutal, directa, provocadora: con su cráneo rapado, su espíritu punk-rock y letras que no eludían la polémica.
Pocas horas después, se confirmó el fallecimiento del otro pilar: Robe Iniesta, fundador y alma de Extremoduro, a los 63 años. En un comunicado que su sello calificó como “la nota más triste de nuestra vida”, se lo despidió como “el último gran filósofo, humanista y literato contemporáneo de lengua hispana”. Aunque oficialmente no se han detallado las causas del deceso, se sabe que había suspendido sus conciertos desde 2024 tras ser diagnosticado con un tromboembolismo pulmonar.
Con sus muertes, se cierra un capítulo emblemático: dos figuras irrepetibles, dos estilos distintos, pero un mismo espíritu: el rock como voz incómoda, cruda y honesta. Muchos artistas, colegas, fanáticos y nuevos oyentes ya asumen que se marcha una era. Pero también queda el patrimonio: el legado de Ilegales y Extremoduro —sus canciones, su actitud, su poesía y su rabia— seguirá resonando.
