
El aumento del precio de entrada al Maxim Rock de 50 a 150 CUP es la noticia más polémica de este fin de semana en el panorama friki de la capital. Hasta el momento, la opinión que prevalece es la inconformidad hacia el cambio, pues si no mejoran las condiciones —opinan varios usuarios—, no hay motivo alguno para cobrar de más.
Sin embargo, si tenemos en cuenta que la inflación está a la orden del día y que los músicos del patio sufren las mismas escaseces que todos, ¿es descabellada la decisión? Lamentablemente, los precios de cualquier cosa andan por las nubes hoy en día, y no por ello mejora su calidad. ¿Está más dulce el granizado, tiene más queso la pizza, está más cómodo el taxi? No. ¿Está bien eso? Menos que menos…
Creo que si bien el Maxim Rock ha perdido el protagonismo por deficiencias que hemos comentado —algunas de las cuales no requieren de muchos permisos o gran presupuesto (la promoción, sin ir más lejos)—, existe una tendencia a simplificarlo todo. Nos golpea, por supuesto, ser un público con poco poder adquisitivo, pero, ¿acaso un concierto con un buen cartel no merece que gastemos 150 pesos, equivalente a dos pizzas, cinco granizados, o, con suerte, un trago en un bar barato? ? ¿No vale más de 50 pesos el trabajo de nuestras bandas?

Más allá de lo que debería ser, lo que el público merece y lo que los músicos merecen, el futuro no parece pintar muy bien para el Maxim, al menos, si no experimenta cambios positivos —que requieren de inversiones— y si sigue atado a la dependencia estatal sin un poder verdadero para tomar decisiones.
Mientras, la autogestión parece convertirse cada vez más en una necesidad de artistas y públicos; y los eventos organizados de forma más independiente y underground, renacen como alternativa. En lo personal, creo que ambas vertientes pueden y deben coexistir, y no solo en momentos de crisis.
Por ahora, lo seguro es que pagará la entrada del Maxim Rock quien pueda y apoyará al espacio el que quiera, dentro de sus posibilidades. Ojalá no se traduzca en una sala desierta y en la pérdida de un espacio que, aún con sus problemas, al menos ha estado. Por ahora lo veo algo difícil. Ojalá me equivoque.