por Sabrina González Hugues
Entre las nuevas figuras del rock y el metal cubano, en ese ambiente cada vez más difícil, con públicos a veces fluctuantes y oportunidades que rozan lo fugaz, sigue nadando Rosario Fernández Fernández. Quien sea asiduo consumidor del metal extremo, la conocerá seguramente como vocalista de Nergal, pero su trayectoria, iniciada en 2012, está llena de altas y bajas.
Los inicios musicales, por ejemplo, ocurrieron por casualidad. Su pareja de entonces le comentó de las audiciones para una banda de black/death metal melódico llamada Harborym Mastema, de su natal Holguín, y para allá se lanzó. Nunca antes había cantado frente nadie: solo los muros del cuarto de baño conocían su imitación de las grandes voces del metal extremo. Al llegar a la prueba, sin embargo, cantó los temas que le presentaron y el director del grupo no dudó en decirle: “La vocalista eres tú”.
Ahí comenzó el aprendizaje y sus dotes de cantante fueron en ascenso. El líder de Harborym era muy exigente con el trabajo y eso implicó entrega y perfección por su parte. “La técnica la adquirí con la práctica”, explica. “Los principiantes cantan solo con la garganta y así la voz sale poco potente, sin cuerpo. Es necesario cantar con el diafragma”.
En paralelo, Rosario siguió buscando otros horizontes, pues había confirmado su verdadera pasión. Estuvo trabajando de conjunto con Parasomnia, un grupo santiaguero de death melódico con el que pudo tocar en varias provincias durante el 2014. “Ahí terminé de definir mi técnica vocal”, asegura. “Estaba cantando bastante metal extremo, y eso era todo lo que quería”.
La audiencia del Patio de la AHS en Matanzas presenció el que la cantante considera su mejor recuerdo. En el show de Parasomnia, aquel día, sintió que todo era posible: la banda estaba acoplada, el sonido fluía y el público se mostraba receptivo, agradecido y deseoso por escucharlos… Todo sin saber que ese sería uno de sus últimos conciertos.
El 2016 fue un año duro: todas las bandas en las que cantaba se desintegraron de a poco y el fin de Parasomnia la dejó en una suerte de limbo musical. Sin nuevos grupos de donde integrarse y sin recursos para montar el suyo propio —uno de sus sueños por cumplir—, Rosario dejó los escenarios y hasta los ensayos.
Tres años lejos de las tablas fue demasiado tiempo, pero en 2019 volvió a sentir la esperanza. Marta Acevedo, la bajista de From The Graves, la puso en contacto con los metaleros de Némesis, que buscaban un sustituto temporal para su vocalista, Mercedes Vargas, quien estaba fuera de Cuba.
La sensación de comprobar que no había perdido la técnica, que aun podía cantar y que el metal siempre le iba a abrir nuevas puertas, la inundó. El cameo musical en Némesis impresionó de buena manera a Felipe Chiong, su director, quien barajó la posibilidad de retomar su viejo proyecto de black metal y reclutar a la cantante holguinera.
Nergal, aquella banda en stand-by, tenía el sonido que Rosario siempre quiso: las guitarras frías y repetitivas, la atmósfera oscura y aquellos chillidos agudos y escalofriantes que hicieron notorios los Mayhem, Emperor, Darkthrone e Immortal… “Ese es, sin dudas, mi género preferido para escuchar e interpretar”.
El retorno de Nergal obligó a Rosario a preparar un corto viaje a La Habana para montar temas nuevos y algunos anteriores. En una semana, realizaron la grabación de Shadowland y ofrecieron el concierto de regreso en el Maxim Rock. En medio de la pandemia, los de Nergal siguen conectados y preparan un nuevo disco que esperan lanzar a finales de año: “Estamos distanciados, pero mantenemos la forma, la energía y las ganas de hacer”, comenta la frontwoman.
Con tantos escenarios, públicos diferentes y años de experiencia en la escena, no puedo evitar aquella pregunta clásica, casi cliché, de las entrevistas a rockeros:
¿Cómo avizoras el futuro del metal en Cuba?
No lo veo muy próspero. Cada vez hay menos público metalero, menos bandas y menos espíritu de metal, sobre todo en el extremo. Son también menos los lugares para tocar nuestra música… Solo hay que fijarse en cómo ha decaído Holguín, una de las plazas históricas en Cuba. No obstante, creo que siempre quedaremos unos pocos, que llevaremos adelante el metal en Cuba y lo defenderemos con orgullo.