
Foto: Tomada de Ixyt.info
Soy un cubano que ha tenido la suerte de conocer, abrazar y disfrutar el rock en todas sus variantes. Dicho así, suena a la historia de cualquier ser de este mundo, pero en mi caso, existe el hándicap; y es que provengo de un sitio del planeta donde ese tipo de música no ha sido del todo bienvenida por razones de diferentes tipos: rechazo político por ser considerado «diversionista«; prejuicios, por lo relativamente poco común; así como mucha ignorancia y estigmas sociales falsamente creados.
Sin embargo, tanto peso social en contra, lejos de amilanarme, me ha hecho luchar, crecer y disfrutar de lo que tanto me gusta, de modo que lo que bien pudo haber sido un pasatiempo de juventud, se convirtió en un estilo de vida y un compromiso de amor.
Pertenezco a una generación a la cual le fue difícil disfrutar algo de lo que era normal para cualquier joven del mundo occidental. Crecimos sin poder disfrutar con lo más actual del género rockero, y así, recibíamos informaciones a veces desfasadas o de dudosa confiabilidad; a través de esporádicas, ultra manoseadas y casuales revistas extranjeras, alguna que otra oportunidad de ver un programa de televisión de una cadena norteamericana —vía antena pirata— o la escucha —en algunos casos de forma clandestina— de radioemisoras extranjeras, en un primer momento por AM y, más tarde, por FM.
Esos eran nuestros momentos volátiles de libertad soñada y el encuentro con aquellos artistas y bandas, de quienes, en principio, desconocíamos sus rostros o apariencia, pero nos bastaba con el buen hacer de música, entonces de moda y hoy devenidos en clásicos del rock.

Hoy día no vivo en Cuba y soy un hombre mayor que, afortunadamente, tiene una vida hecha: familia, un digno hogar, un buen trabajo; pero que no ha renunciado a esos sueños —entonces imposibles— de adolescencia y juventud. Muchos ya he tenido la suerte de cumplirlos, pero nunca será suficiente porque el rock me corre por las venas más que la misma sangre.
Por eso, no dudé ni un segundo cuando supe de la gira por Helsinki —la ciudad finlandesa donde habito— de la banda The Classical Rock Show. Este es un excelente colectivo internacional que ejecuta temas covers, devenidos en clásicos, y que comenzó sus presentaciones con músicos británicos en el 2013. En sus inicios, interpretaba los temas más conocidos de ese país, pero dado el éxito, amplió su repertorio a piezas del mundo anglosajón e incrementó su membresía con la anuencia de artistas de Estados Unidos y Canadá.
Este fantástico equipo —todos estrellas— se ha esforzado no solo por seleccionar lo mejor de lo mejor de género —con sus variaciones en cada gira—, sino que se ha preocupado por buscar a los mejores cantantes cuyas tesituras vocales se asemejen lo más posible a la pieza a interpretar. Otro tanto ocurre con los músicos, quienes deben ser capaces de “fusilar” al dedillo los acordes de los temas que llevarán a escena.
¡Y el resultado final es realmente increíble! Un espectáculo realizado con perfección de luces, puesta en escena y sonido de máxima calidad, donde los riffs y los tonos difíciles de nuestras canciones rockeras favoritas cobran vida tal y como la disfrutábamos en nuestra pasada juventud. Por eso lo catalogo como “De soñar a vivir en una noche con los clásicos del rock”, poque así me sentí: volviendo a tener 20 años.

Con relación a los músicos y cantantes solo tengo elogios desmedidos, pero sí deseo —con injusticia—destacar a algunos. Me decantaría por los cantantes Jesse Smith, Jess Harwood y Ale Dee, el genial baterista Tim Brown y los guitarristas James Cole, Wayne Banks y Peter Thorn.
En cuanto a las bandas o artistas traídos para esta gira —solo una pieza—, quiero destacar a AC/DC, Rush, The Who, Joe Cooker, Paul McCartney and The Wings, Heart, Queen, The Eagles, Dire Straits, Queen, Status Quo, Van Halen y muchos más; con tal precisión que, si cerrabas los ojos, te costaba trabajo diferenciar el original de la “copia”. Y eso yo le llamo profesionalismo de altos quilates.
Este es un espectáculo mágico que, de ser posible, todo amante del rock que se respete, no debería perderse. Doy fe rockera de ello.
El Piter
Muy buena reportage mi amigo y hermano Piter, has hablado por cada Friki rockero q vivimos en una época tenebrosa qmuchas veces desfrutavamos nuestro bello Rock a escondidas e eramos considerados como antisociales, per no nos rendimos al sistema, que mal havia en jovenes oir i disfrutar um tema de Rock??..Que violencia causavamos em oir musicas q habla de amor e vidas cotidianas de jovenes de cualquier parte del mundo..asi eramos nosotros en union de todos q estavamos en misma sintonia de amar reir cantar y bailar..solo eso..sim violencia e sin pensamientos destructivo…hoy algunos estamos de forma mas privilegiadas en lugares q podemos desfrutarlo livremente..no tan felices porq tenemos amigos q aun no puede desfrutar y talvez nunca desfrute um festival com varias bandas q siempre desfrutavamos cuando jovenes..feliz y triste al mismo tiempo…
Gracias hermano Carliño.
Execelente crónica padrino. Tuve la suerte de seguir tus directas del show y doy fe de lo que dices. Gracias!!!
Gracias. Ahijado vidal.
Censurar la música y su mensaje es remontarnos a etapas medievales; sin embargo pasó haces solamente unas décadas en nuestro lugar de nacimiento, el absurdo alimentando por un pragmatismo absurdo y torcido, donde se prohibían las mismas ideas que se proclamaban, la música que sirvió de portavoz y mensaje contra un stablisment que no aceptaba a este movimiento cultural, era irónicamente prohibida en una sociedad que proclamaba esas mismas faltas y sus soluciones; pero el poder de la música supera ideologías y barreras, es incontenible como la naturaleza misma, quizá es eso mismo, es la naturaleza hablando a través de nosotros mismos, los que hacen la música, los que la disfrutan y los que la comparten, el rock es para siempre, siempre fue nuestro a pesar de todo y así será siempre.
Gracias. Wicho.