¿Qué decir de esta banda que no se haya dicho ya? Y es que se hace difícil encontrar a un friki en Cuba (al menos uno de más de 20 años) que nos los haya escuchado o visto en alguna de sus tantas presentaciones.
No es para menos. Los chicos provenientes de la ciudad matancera de Cárdenas cuentan con nada más y nada menos que con 22 años de experiencia en su haber artístico.
Es triste que hayan estado, en mi opinión, bastante distanciados de la escena habanera, como muchas otras bandas fuera de la capital (podría citar a Mephisto, por ejemplo), quizás sustentando en parte por el ya conocidísimo “fatalismo geográfico” tan latente en la isla y en parte por algún que otro “problemita organizativo” de las instituciones capitalinas, que tantos músicos han tenido que sufrir. ¡Cómo olvidar aquel concierto donde celebraban sus 10 años de existencia como agrupación en el Salón Rosado de La Tropical y al que por falta de difusión solo asistieron poco más de 20 personas!
Pero son una buena banda, y esta afirmación sobrepasa cualquier mera cuestión de gustos. Rice and Beans se ha ganado su lugar como uno de esos bastiones que no se puede dejar de mencionar a la hora de escribir sobre la historia del rock en Cuba, al menos, en el siglo XXI. Sirva mi reseña de hoy como homenaje al que considero su mejor álbum, una obra de culto en cuanto a lo hecho en nuestro patio se refiere.
The Need to See, disco realizado en seis días allá por 2008, fue un antes y un después en la carrera musical de Rice and Beans. Lo que en un inicio se tenía como un álbum recopilatorio de sus, hasta ese momento, diez años de carrera, fue mucho más allá de una simple antología. El fonograma definiría por entero la que sería en adelante su forma de expresión musical dentro del metal: un claro sonido “nu” exclusivo del nuevo milenio, pero perfeccionado con ese toque alternativo grunge de sus primeros trabajos y amenizado con alternancia entre voces graves y melódicas que nos narran excelentes composiciones musicales. Amalgama exquisita de potencia y melodía que me acabó gustando y de qué manera, pues acabo siendo un álbum que fusilé hasta morir en mis años de adolescencia.
Descuellan en él dos elementos fundamentales: el primero es la excelente composición de sus letras, por entero en inglés, pero donde aseguro que la cubanía que desprenden es innegable (¿qué mayor muestra que el propio nombre del grupo?), mientras que el segundo es el exquisito y refinado sonido de estudio que se logró gracias al trabajo de Dagoberto Pedraja en la producción, y que constituye otro más de sus aciertos y de sus obras impregnas de calidad.
Doce temas encontramos a lo largo del álbum de poco menos de una hora de duración. Realmente es un disco que por sí solo te exige escucharlo por completo y donde todas las canciones poseen características propias que las hacen particularmente interesantes. “Arsenic Compound” posee un riff inicial que te hace volar la cabeza, “A Little black thing called pain” es una autentica muestra de matices diferentes, “K.O Jones” demuestra una dureza y un ejercicio vocal sublime, “Retrograde” te obliga a mover tu cabeza aunque no quieras y “Kuva”, no en vano es definida como el himno que identifica a la banda.
The Need to See es una muy buena propuesta de metal “made in cuba” donde quedó reflejado un excelente trabajo de estudio. Ello, unido a la madurez musical de sus creadores, dio vida a la que considero una obra digna de ser catalogada entre las mejores que se hayan producido en esta pequeña isla del Caribe.
(Esta entrevista fue publicada originalmente en Opía Magazine, y rescatada luego del reinicio de esa web)