Saloma viene siendo esa banda que te guste o no, es imposible de odiar, porque su buena vibra te contagia sí o sí. Lo de Miramar no es la excepción, y desde su inicio con «Dragon’s Fire», el público les responde.
Yanairis, más suelta que nunca entre las voces y el performance; Gigi, su contraparte ideal en los momentos guturales; y las cuerdas, como es costumbre, creando las atmósferas folk que nos hacen corear, saltar, cabecear y hasta pedir otro tema cuando están a punto de irse. Esta alineación de Saloma lo tiene todo para mantenerse en forma y grabar un nuevo disco. Ojalá sea así.