Los ojos de Juan Carlos Torrente son casi imposibles de ver cuando se sube a las tablas. Un manto de pelo oscuro le cubre de la frente a la boca, le chorrea por los hombros y le sobra aún para caer por la espalda. Cuando canta Juan Carlos Torrente, los frikis respiran la pólvora en el aire, escuchan los tiros de AK-47 y marchan sobre campos devastados.
Combat Noise es el nombre, la leyenda, el mito. No importa que poco varíe la arenga del mariscal o que los soldados hayan vivido esta batalla otras veces. Las tropas negras de la muerte siempre acuden al llamado del frente, lanzan vítores al líder que los incita y corean los himnos guerreros del death metal. Lealtad. Deber. Honor.
Los tonos rojos cubren los ropajes del Estado Mayor y el mariscal Torrente parece un demonio sangriento, un carnicero sin alma, un oficial caído que vuelve del inframundo para entablar, entre el ruido de las bombas, una última batalla.
Combat Noise es como un rifle Dragunov: veterano y confiable. Icónico y duradero. Es el de siempre. El que poco cambia. El que nunca falla: Sniper is in position. Always, in position…