
Coloqué el punto final de un texto y sentí que pasó de nuevo: la musa había regresado tras unos meses de retiro creativo y sabía lo que eso significaba. Escribir es un acto sagrado. Cada palabra, cada frase, cada título, son pedazos de uno mismo que se funden en la escritura. Un periodista nunca escribe para sí, y por eso sus textos no le pertenecen del todo: cuando alguien te lee, está tomando algo tuyo y haciéndolo un poco suyo. De eso va la cosa. De eso y de no parar de crear, porque dejar de escribir es casi la muerte en vida.
Fui friki antes de ser periodista, pero un friki bastante raro: muy «normal» para los frikis y muy friki para los «normales». Algunos quizás crean que sé mucho de rock y metal, pero, de hecho, no es así: conozco lo mismo (o menos) que ustedes, y jamás he puesto un pie, por ejemplo, en un festival de Holguín o Santa Clara. Sin embargo, desde un día que no logro ubicar, escribo de esto. Escribo porque aprendo, porque me gusta y me siento útil. Escribo porque quiero contar historias y porque siento que debo hacerlo. Escribo de esto porque me libera, porque me late, porque me llena. Escribo sin presiones y donde haya espacio y libertad para hacerlo. Escribo mientras aprendo, mientras me equivoco, mientras rectifico. Escribo porque soy eso: un friki periodista Escribo porque si no escribo… no sé, no soy yo.
Bienvenidos al enésimo blog sobre rock y metal en Cuba. De vez en cuando, volverán a tener algunas líneas…