La imagen de la resistencia. Los rostros de los frikis que encontraron en la música, en la hermandad, en las alianzas, la fuerza para vencer la exclusión en una sociedad monolítica que durante décadas no tuvo lugar para lo que se saliera del molde diseñado desde la hegemonía del poder.
Por primera vez, en Light my Fire, la cámara no se pone frente a los músicos y las bandas. El centro es el público que ha encontrado en el rock y el metal una forma para vencer la exclusión y la desesperanza.
Las fotos respiran la voluntad cotidiana de una escena underground que se mantiene viva en los márgenes pese a la violencia, la censura, los desplazamientos. Pero el rock, aunque suene un lugar común, los salvó desde esa primera época en que la vida elegida puso las cartas sobre la mesa para mostrar que el camino se tornaría especialmente duro.
Alina Sardiñas congeló para la historia una parte de la cultura cubana y la entrega hoy como un testimonio vivo de la historia mayor de la isla. De esos relatos que se quieren esconder bajo la alfombra, pero aparecen con el arrojo de quien sabe que las heridas, incluso la muerte, son el homenaje a la verdadera resistencia que se libra en la trastienda del país.
Michel Hernández
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